miércoles, 4 de agosto de 2010

Tragacete - Verano de 2007 - Dia 3 - El Rincón del Buitre

Quizás sea la jornada de BTT más épica que haya vivido. Ya no la más bonita, que lo fue, ni la más divertida, que también. Lo que fue es una jornada de aventuras pura y dura.
Partimos de Tragacete por la carretera que sube hacia el Nacimiento del Río Cuervo, y a los pocos quilómetros nos tenemos que desviar a la izquierda. Sin embargo algo cambió desde que los de En Ruta hicieron el recorrido, pues el desvío no se encontraba donde el track indicaba, sino bastante antes, y el camino tenía una puerta con un cartel y estaba todo vallado. Esto tenía una pinta de ganadería vacuna que tiraba para atrás. El camino desaparece bajo nuestras bicis, y sólo se pueden ver excrementos de vacuno aquí y allá. El momento “toro bravo” hace su presencia, a pesar de que no terminábamos de ver la manada. Abel y yo vamos sin hacer comentarios, mirando a todas partes, y avanzando por un camino inexistente, con la incertidumbre de si nos encontraremos o no algún astado. Finalmente encontramos una valla que nos toca saltar, pero al menos nos tranquiliza: ya estamos fuera de la dehesa.

Saltando la Valla y saliendo de la dehesa
Comienza una ligera subida hacia el Colladillo Seco y los Vasallos, al revés que lo pasáramos en la jornada anterior, pero llega un momento que nos tenemos que desviar por lo que parece un camino que casi ha desaparecido, de mucha tierra suelta y fuerte pendiente en descenso. Allí nos encontramos en varias ocasiones con grupitos de gamos que saltan a nuestro paso y alguna que otra ardilla. El camino se convierte en senda y la senda en una fuerte trialera que tenemos que bajar andando por la fortísima pendiente.
 
Circulando antes de bajar al Vallejo del Sotillo
Tras esto llegamos al lecho del Vallejo del Sotillo. En la explicación del track se indica que el barranco está inundado por boj de pequeño tamaño que hace imposible el circular en bici. Pues bien, el boj se había convertido en una maraña de arbustos de más de tres metros de alto. Intentamos pasar en varias ocasiones, pero era excesivamente tupido. Estuvimos a punto de rendirnos y darnos la vuelta, sin embargo se me ocurrió escalar por una de las laderas del barranco para ver cuán largo era el trozo de maleza y pude comprobar que no era más de 10 metros. Así pues, nos pusimos a romper maleza y a meternos con nuestras bicis, a pesar de los arañazos que sufrimos por todas partes. Pero logramos pasar.

La maleza no nos dejaba seguir el camino en el Vallejo del Sotillo
La verdad es que mereció la pena. Lo que pudimos disfrutar a continuación es de lo más espectacular que he podido disfrutar en la naturaleza. Tras discurrir con la bici por el lecho del barranco, ya ciclable aunque sin camino alguno, llegamos a la cabecera del rincón del buitre, que no es ni más ni menos que una afluencia de torrenteras que forman una enorme “olla” o desfiladero de vistas espectaculares. Pero lo mejor estaba por venir. Retomamos el camino y accedemos al rincón del buitre por la parte superior. Allí nos encontramos con algo sobrecogedor: al acceder por un sendero, cinco buitres leonados emprenden el vuelo a nuestros pies, mostrando toda su envergadura ante nuestras atónitas miradas, tras lo cual comienzan a planear de manera espectacular por el rincón que toma su nombre. El eco que provocaban los graznidos de los buitres en la olla del rincón era algo especialmente remarcable.

El Rincón del Buitre
 
Rincón del Buitre
Con la imagen en nuestras retinas retomamos el camino. Parece que algún buitre hace giros sobre nuestras cabezas, por si las moscas, pero se ve que se da cuenta que estamos demasiado vivos para sus gustos.
 
Arroyo del Pozarrón - Saliendo del Buitre
Llaneamos un rato, hasta encontrarnos de nuevo con las eternas vacas. La primera vez las rodeamos campo a través, pero a la siguiente ya demasiado cansados pasamos junto a ellas. Menos mal que no eran bravas esta vez.

Así quedaron nuestras piernas por los rasguños de la maleza
Seguimos subiendo por pistas, hasta tomar la cabecera del valle. Ahora hay que bajar por la ladera que subimos el día anterior para llegar hasta el valle de Tragacete. Abel pincha y le toca hinchar en varias ocasiones. Yo hago la bajada definitiva y llego sin más dilación al pueblo.
Comimos satisfechos de la aventura y hasta nos hacemos una foto con Martínez

De derecha a izquierda, el tío Paco, Abel y un servidor

Ruta en bici 632896 - powered by Bikemap 

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