Hoy se incorporan a la excursión Jorge y Vicente, que vienen esa misma mañana y se irán después de comer. La ruta está pensada para ser la más larga como eje de las tres que se harán finalmente. Sin embargo quizás no sea la más exigente, como luego se verá en el Rincón de los Buitres.
Nos lo tomamos con tranquilidad, por el relente mañanero y por esperar a Vicente y Jorge. Desayunamos, nos vestimos y preparamos las máquinas. Llegan Vicente y Jorge y tras llenar los “camel back” en la helada fuente de San Blas, partimos hacia las crestas montañosas del sur de Tragacete. La ascensión no tiene un camino claro, así que tomamos algo parecido a una senda que discurre por barrancos y laderas, tras pasar el monte calvario del pueblo. La mitad lo tenemos que hacer andando por la piedra suelta y las duras pendientes. Tras llegar arriba, la dura caminata es compensada por las bonitas vistas del valle de tragacete. Allí arreglamos un pinchazo del amigo Jorge.
Dura subida de salida
Desde ahí hubo cambio radical de terreno. Tomamos pistas forestales en medio de un espeso bosque de pinar, al principio de subida y larguísimo descenso, hasta que llegamos cruzamos el puente de las vaquerizas. Aquí tuvimos dos curiosos sucesos. Nos encontramos con una manada de reses bravas que nos asustaron un tanto, ya que una vaca se había separado de la misma, y en la otra parte del camino nos observaba con desafío. Ninguno se atrevía a pasar, hasta que la vaca pasó al otro lado con la manada. Con esto, y no sin miedo, pudimos pasar de largo, todo lo rápido que pudimos. Al preguntarle al pastor que luego vimos si las vacas embestían, nos respondió tranquilamente que “un poco”. En fin.
Cruzando el Arroyo de las Vaquerizas
Tras esto nos adentramos en el bonito paraje del Arroyo de las Vaquerizas, que no era más que un sendero que discurría al lado de un arroyo que tuvimos que cruzar en varias ocasiones, donde Jorge para no perder costumbre se mojó hasta los tobillos. Tras esto descendimos hasta la Vega del Codorno, concretamente a la aldea de la Cueva, donde pudimos llenar agua.
Bonita estampa de la Vega del Codorno
La salida de la Vega del Codorno se hizo especialmente dura, sobre todo para el amigo Abel, que no acostumbrado a llevar a una pandilla de “carreteros” apretándole, pasó malos momentos en la salida de la Vega, de duras rampas y todo en asfalto. Tras la salida de la Vega tomamos una pista forestal que nos llevó a la Muela de San Felipe, que queda justo encima del Nacimiento del Río Cuervo. Las rampas de esta subida fueron lo más duro que nos encontramos en estas jornadas, con tramos del 15% y media del 9%.
Pasamos junto al ganado de ovejas y cabras en la Muela de San Felipe
Desde la Muela ya fue terreno conocido (al menos por nosotros). Bajada por el Estrecho del Infierno y el Albergue de San Blas hasta Tragacete. Bonita jornada de bicicleta de montaña que fue coronada por una excepcional comida regada del vino de la tierra. La siesta posterior también fue memorable. Cenamos en el Hostal El Gamo. Nuestro amigo Paco “Martínez” estaba enfadado porque los gamos se le habían comido el grano y los criados le habían podido segar bien poco. “Malditos gamos”, decía el hombre.
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