En otras ocasiones había sufrido encima de la bici, pero lo de la Marmotte ha superado mis expectativas. Quizás no todo fue la marcha en sí, sino todo un cúmulo de causas que provocaron la consecuencia de un desfallecimiento que me hizo pensar en abandonar. Sólo el pundonor me hizo llegar a la meta de Alpe d’Huez.
Lo cierto es que en los últimos meses me costaba cada vez mas entrenar: falta de motivación, calor, estrés laboral... y como consecuencia mi forma no ha sido la adecuada. Marchamos el jueves 2 de Julio para nuestro hotel en Alpe d’Huez, en el corazón de los Alpes franceses. Cinco colgados íbamos en la marcha: Canario, Garp, Banesto, el Gallego y un servidor. Cuando salimos una ola de calor atravesaba Europa, lo cual me dio que pensar, puesto que con el calor sufro muchísmo, pero siempre me quedaba la esperanza de que en los Alpes la temperatura fuera más fresca. Lo cierto es que por las noches sí lo era, pero por el día el calor era agobiante.
Y así fue, salimos el 4 de Julio a realizar la marcha. Por delante nos esperaban 175 Km con las ascensiones del Glandón (24 km al 5% con un descansillo enmedio), el Telegraphe (11,8 Km al 7,3%), al Galibier (18 Km al 7%) y finalmente el Alpe d’Huez (14 Km al 8,5%). Tan sólo pensar en ello da miedo, pero luego resulta que es mucho peor.
Decidimos tomárnoslo con calma, unos más y otros menos. Banesto y Canario se fueron por delante, Garp y el Gallego por detrás y yo en medio. Garp pronto se retiró tras un proceso gastrointestinal. El resto a sufrir.
El Col de Glandon al principio es duro. Pasan muchos km dentro de la vegetación, y ya el calor y la humedad era agobiante. Cuando salimos de los árboles la temperatura marcaba ya 19º (9h), con lo que nos esperaba una buena. Arriba del Glandon un parón de más de 10 minutos, por la gente que iba a beber agua en el avituallamiento. Luego caída, otro parón de unos minutos. La bajada larguísima de unos 30 km, se hizo muy rápida.
En el llano el viento soplaba de cara, y el ritmo fue duro, casi siempre a cargo de los valencianos, que éramos muchos entre la amalgama de europeos de todas partes (belgas, holandeses, españoles, franceses, ingleses, daneses, alemanes…). Dos compis de Xirivella me llevaron a un grupo numeroso, que luego se partió para unirse de nuevo a pie de Telegraphe.
El Telegraphe se subió a buen ritmo, pero ya empecé a darme cuenta que sudaba muchísimo, con lo que al no llevar sales para reponer el desfallecimiento era cuestión de tiempo. Así fue, tras bajar el Telegraphe y comenzar el principio del Alpe d’Huez me di cuenta que las cosas no iban bien. Me dio “el tio del Mazo” y sólo a base de no pensar en ello y mucho, mucho, muchísimo esfuerzo pegando chepazos logré coronar el Galibier tras un par de paradas, una de ellas con Garp, que ya retirado me avitualló de sales para poder continuar.
La bajada hasta Lautaret fue horrible, pues entre el viento de lado y el no tener nada de fuerzas, el peligro en las curvas era realmente grande. Estuve a punto de tirar la toalla, pero decidí bajar poco a poco y ver lo que pasaba.
Tras comer, beber y parar en el avituallamiento de Bourg d’Oisans, me recuperé ligeramente para afrontar el durísimo Alpe d’Huez. Las curvas y los kilómetros pasaban lentos, interminables. Obligatoria parada en la “curva de los holandeses”, donde me bebí casi un litro de agua fría y me provocó un terrible dolor de estómago que casi no me dejaba respirar. Un poema.
Finalmente llegué a la meta de Alpe d’Huez con 9 h 33 minutos. No sé si volveré a esta marcha algún día.
2 comentarios:
Si ya me parecía a mí que no me gustaba cómo cazaba la perrita.
A própósito: no pegues a los perricos...
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